El pasado 6 de mayo, en el cielo, entre Azcapotzalco, Ciudad de México, y Tlalnepantla, Estado de México, se pudo observar, a simple vista, una columna gris.
Lo anterior se trató de un microburst, el cual provocó intensas ráfagas, además de lluvia y caída de granizo.
“Cuando se observa esa separación, o hay esa percepción en la cortina de lluvia de que al momento de caer tiende a extenderse a lo horizontal y a hacer como una ‘curvita’ o unos ‘caireles’, se le conoce como un microburst”.
José Martín Cortés, meteorólogo.
Este fenómeno se origina en una nube grande vertical, como la nube cumulonimbus.
“La microrráfaga que se registró se debió a que la nube cumulonimbos, una nube de tormenta, creció demasiado verticalmente, pudiendo alcanzar hasta más de 5 kilómetros de espesor. Dentro de la nube existen corrientes ascendentes y descendentes muy fuertes, que es lo que favorece a que se forme también el granizo”.
Rafael Trejo Vázquez, subgerente de Pronóstico Meteorológico del SMN.
Debajo de esta nube, descienden ráfagas de hasta 50 kilómetros por hora con granizo, viento y lluvia.
“Al tener contacto el aire seco con el aire húmedo que hay dentro de la nube, el agua o humedad se condensa, se enfría y el aire frío pesa más, eso genera que el aire descienda generándose esas microrráfagas”.
Rafael Trejo Vázquez.
El microburst o microrráfagas, en español, se presenta en zonas secas del país y no son comunes en la Ciudad de México.
“Es un tanto típico para la época de la primavera, en la que la atmósfera es más normalmente seca a comparación del verano”.
José Martín Cortés, meteorólogo.
¿Qué hacer cuando se identifique un microburst? La respuesta es resguardarse.
“Más vale manejar con precaución, tener en cuenta que puede ocurrir eso; si uno va en el transporte, debe estar al pendiente de los encharcamientos e inundaciones”.
José Martín Cortés.