LAS VÍBORAS…

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DIOS PERDONA, PERO EL TIEMPO Y LA CRISIS NO

La vida es un río en constante movimiento, un fluir perpetuo donde el cambio es la única constante. Como bien dice la canción, el tiempo no perdona, y nos arrastra inexorablemente hacia adelante, obligándonos a adaptarnos, a reflexionar y a realizar los virajes necesarios para navegar las turbulentas aguas de la existencia.

PARA MI SORPRESA…

Ayer por la tarde, buscando un respiro y un momento de introspección, me aventuré a la plaza más grande de Puerto Vallarta, “Galerias”. Atraído por la nostalgia, me adentré en una de sus tiendas más emblemáticas: “Liverpool”. En mis recuerdos, este lugar bullía de vida, un hormiguero de compradores ávidos de novedades y ofertas. Sin embargo, la escena que encontré fue desoladora, un contraste marcado con el bullicio que antaño lo caracterizaba.

DONDE QUEDÓ TODO ESO…

Recordé las épocas de las rebajas de fin de año, impulsadas por festividades como el «Thanksgiving» importado, las celebraciones navideñas y el frenesí del «Buen Fin». Era una locura total visitar cualquier centro comercial o tienda departamental, como LANS, para maravillarse con las novedades y, sobre todo, para cazar las ofertas prometidas.
Pero ayer, la realidad me golpeó con fuerza. Las tiendas estaban prácticamente vacías, desprovistas de la multitud habitual que solíamos ser, buscando un regalo para nuestros seres queridos o simplemente dándonos un capricho. La ausencia era palpable, un vacío que resonaba en el silencio de los pasillos.
Lo que vi ayer fue algo que no había presenciado en muchos años. El restaurante “Sirloin” de carnes más famoso de la plaza, un referente culinario de Vallarta, había desaparecido. Su ausencia dejó un hueco en mi memoria, un recordatorio de que nada es eterno y que incluso los iconos pueden desvanecerse.

ANTES SE LAS ARREBATABAN

También observé locales e islas comerciales abandonadas, mudos testigos de un pasado más próspero. Antes, había filas de personas esperando la oportunidad de rentar un espacio, por pequeño que fuera, para vender cualquier cosa: novedades, lentes, baratijas. Ahora, solo quedaba el polvo y el eco de la desolación.
Quizás la pandemia nos dejó una huella imborrable, arraigando en nosotros la costumbre de la «compra en línea», una opción que en muchos casos resulta más económica y ofrece mejores facilidades de pago. Los tiempos cambian, y con ellos, nuestros hábitos y costumbres. La comodidad y la conveniencia de la tecnología nos han seducido, alejándonos de las experiencias físicas y sensoriales que antes disfrutábamos en los centros comerciales.

LA CRISIS…

O, tal vez, la cruda realidad de la crisis económica nos está alcanzando. Los precios se han disparado, impulsados por el incesante aumento del precio del combustible. Cada vez que sube la gasolina, todo lo demás se encarece, generando una cascada inflacionaria que parece imparable.

LA FRASE

«Todo sube, jefa», es la frase que escuchan las amas de casa al intentar estirar el presupuesto familiar. Y es que, en esta vorágine de precios en alza, los salarios permanecen estancados, insuficientes para cubrir las necesidades básicas. La brecha entre los ingresos y los gastos se ensancha, generando frustración e incertidumbre en la población.

EL PAISAJE ECONÓMICO

Las víboras del cambio se deslizan silenciosamente, transformando el paisaje económico y social de Puerto Vallarta. Nos toca adaptarnos, reinventarnos y buscar nuevas formas de prosperar en este entorno desafiante. La reflexión y la acción son las herramientas que nos permitirán navegar las aguas turbulentas del presente y construir un futuro más próspero para nosotros y para las generaciones venideras.

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